lunes, 18 de mayo de 2009

MEMORIAS DEL SEXTO CONGRESO DE FENACEFED "HACIA UNA FORMACION DE CALIDAD"

UNA FORMACIÓN DE CALIDAD
(Visión espiritual del Congreso)


Cuando estamos buscando certificar nuestra calidad, y siendo una Familia caracterizada por su compromiso con el discipulado, necesitamos evaluar la calidad de la formación que estamos brindando.

Buscar la calidad consiste en evaluar si lo que prometemos lo estamos cumpliendo, pues fácilmente podemos estar llenos de actividades distritales y divisionales, pero lejos de la misión que se nos ha encomendado: formar formadores para cumplir la Gran Comisión.

Para que haya calidad tiene que haber “medición” del desempeño a fin de hacer los ajustes necesarios para lograr el objetivo. ¿Nuestro proceso educativo está satisfaciendo las necesidades de nuestros discípulos en los diferentes niveles?

La calidad en el proceso educativo arroja la calidad del discipulado. ¿Qué perfil de discípulo estamos entregando a las misiones? ¿Qué perfil de misionero estamos formando? ¿Responde este perfil a la necesidad de nuestra actual sociedad y nuestro actual reto en la conquista??

1. VIDA ABUNDANTE, VIDA DE CALIDAD

Nuestro Dios es un Dios de “calidad” y excelencia y nos ha entregado a su Hijo para que experimentemos una vida de calidad (vida abundante). La vida de calidad para un siervo de Dios es la vida de dependencia total del Espíritu.

Implica tres verbos básicos (Romanos 8:2, 4-6)
Andar, conforme al Espíritu
Pensar, en las cosas del Espíritu
Ocuparse, del Espíritu

Estas tres órdenes son complementarias. Se trata de andar, pensar y actuar, de tal manera que no tengamos tiempo para nada más, y que nuestra mente no esté dividida pensando en otros asuntos. ¿O estamos andando, pensando y ocupándonos del Espíritu o lo estamos entristeciendo y lo estamos apagando? (Módulo 5, Serie la Conquista, Págs.122-123)

El plan de Dios no es dejarnos como estamos hoy, sino llevarnos cada día de gloria en gloria por la obra formadora de su Espíritu (2 Corintios 3:18). Como formadores de formadores necesitamos buscar el mejoramiento continuo. El objetivo es mejorar y mejorar dentro de aquello a lo cual Dios nos ha llamado.




2. FORMADORES DE CALIDAD

Siendo que nuestra vida es modelo, molde y ejemplo, necesitamos evaluar cuál es el molde educativo en el cual estamos “tallando” la vida de nuestros discípulos.

¿Estamos como formadores de formadores cumpliendo los 3 estándares de calidad?

*Eficaces: logramos los objetivos propuestos en el discipulado. Sabemos a donde nos dirigimos (1 Corintios 9:25-27)
*Eficientes: optimizamos nuestros recursos. Con el mínimo de los recursos estamos logrando nuestra labor formativa (Filipenses 4:11, 4:19)
*Efectivos: nuestra labor formativa está causando un gran impacto espiritual y social (Hechos. 15:23, 17:6)

3. GESTIÓN EDUCATIVA DE CALIDAD

Calidad, es hacer las cosas como el Señor nos dice, como hemos sido instruidos, no como “nos parece”. Por eso nuestro llamado es hacer aquellas cosas que apunten a nuestro objetivo grancomisionista y no aquellas que pueden ser “buenas” o “novedosas”.

En nuestra gestión de calidad, necesitamos:

* Estandarizar procesos
Siguiendo las Guías educativas, dadas en las cartillas facilitadoras de FENACEFED, necesitamos como un solo hombre, estandarizar en nuestra Familia los procesos respecto a: selección, inducción, seguimiento (Agenda y desempeño de un adiestrando) y evaluación integral de cada nivel de adiestramiento

* Evaluar nuestra auditoría
Necesitamos evaluar nuestro rol de Asesores de FENACEFED a nivel de la asesoría, la División y el Distrito, a fin de que la auditoría que estamos haciendo a los adiestramientos conduzca a ajustes y mejoramiento de los mismos y no se límite a reportar un informe numérico.

* Corregir deficiencias pastorales
Como nos lo enseñó nuestro padre en la fe, el matrimonio perfecto para el discipulado es lo educativo más lo pastoral. Un adiestramiento sin pastoral, enfatiza la doctrina, estimula el conocimiento, pero descuida la teoterapia como modo de vida. Una pastoral sin adiestramiento, estimula la vida de emociones y no la vida de fe y dependencia de Dios. Por esto necesitamos evaluar las deficiencias pastorales actuales y hacer correctivos, sabiendo que nuestro llamado es a ministrar a la vida y no a los resultados.



APLICACIÓN TEOTERÁPICA

Somos calificados cuando hemos logrado nuestra misión. En el caso de FENACEFED: hacer discípulos de calidad para lograr la conquista en este tiempo.

El “Sistema de gestión de calidad” dentro de nuestra familia en la Fe, es un reto puesto por el Señor delante de nosotros, para ejercitarnos en la excelencia a la que Él nos quiere llevar. Como linajudos, Dios ya nos ha provisto las alas para que vivamos una vida de altura, en lo que somos y en lo que hacemos; de tal manera que no nos quedemos en la comodidad y no demos lugar a la mediocridad

Una vida y una gestión estancadas no responden al diseño de Dios. En su amor, el Señor se las arreglará para hacernos cada vez mejores y cada vez más excelentes en lo que somos y, desde luego, en el desarrollo de nuestra misión: hacer discípulos




SUPLIENDO DEFICIENCIAS PASTORALES




La pastoral efectiva se evidencia cuando los cursos de formación no se quedan solamente en transmisión de conocimientos, de tipo memorístico, sino que se traducen en habilidades para aplicar lo aprendido en la vida personal, familiar, y en el desafío ministerial. No estamos formando a nuestros discípulos, si lo que aprenden en los cursos de formación no lo están aplicando como teoterapia en su vida diaria.

Buscando calidad en el proceso de formación, necesitamos evaluar las deficiencias más comunes que se están dando en la pastoral, a fin de suplirlas y mejorar así la calidad del proceso.

Algunas deficiencias y cómo suplirlas

1. No hay secuencia en el proceso

Se hace pastoral, pero no se apunta a nada específico con la persona, no hay un plan personalizado según la necesidad actual del discípulo. Necesitamos priorizar necesidades y enfocar la pastoral en áreas y situaciones específicas, hasta que estas estén resueltas, antes de pasar a otro tópico. Inicialmente, después de romper el hielo, es importante brindarle las bases de la vida cristiana: Agenda de instrucción cristiana (primeras siete lecciones del Cf1, módulo1). Luego, sobre esa base doctrinal, después de conocer su historia personal y familiar, necesitamos hacer una agenda para atender las áreas en la que prioritariamente necesita el tratamiento de Dios (Teoterapia).

En la pastoral necesitamos ser perseverantes, aunque muchas veces el fruto se dé a largo plazo. Toda siembra en lo pastoral, tarde o temprano dará su fruto, aunque muchas veces no alcancemos a verlo (2 Timoteo 2:6).

2. La pastoral no es integral

Se enfoca sólo a lo espiritual, descuidando el área emocional (psicológica) y física, o lo contrario. Hay la tendencia a que cuando el discípulo(a) ya está en liderazgo sobre otros, la pastoral se enfoca solamente a los aspectos ministeriales y administrativos. Debería ser al contrario: entre mayor compromiso tenga un discípulo(a), más atención a su vida personal se debe dar, para protegerle integralmente.

La pastoral debe apuntar a las tres áreas de nuestra vida. Pablo, estuvo pendiente hasta de las enfermedades que padecía Timoteo. (1 Timoteo 5:23)

3. Temores para intervenir pastoralmente

Muchas veces como líderes nos podemos sentir inadecuados, inseguros o con falta de autoridad para intervenir pastoralmente en la vida de un discípulo(a). Esto se puede deber a:
*Falta de entrenamiento para aplicar la teoterapia. No sabemos cómo tratar ese tema o esa situación específica
*Falta de respaldo de los líderes respectivos. ¿Si nos equivocamos, a quién podemos acudir?
*Por falta de victoria personal en esa área específica (no hay testimonio interior y exterior de vida)

Es necesario que nos entrenemos y entrenemos a nuestros discípulos antes de asumir la responsabilidad pastoral de una vida. No basta que alguien muestre disposición o se sienta motivado para pastorear, pues además de fiel, la persona debe ser idónea para asumir la pastoral; de lo contrario puede terminar más bien haciendo daño. La Biblia recomienda no colocar en el ministerio a personas neófitas (nuevas). (1 Timoteo 3:6)

4. Cambio frecuente de líderes

Los cambios muy frecuentes de líderes a nivel distrital y/o ministerial generan inestabilidad e interrumpen procesos pastorales que requieren seguimiento de parte del mismo pastor. Si el discípulo(a) es nuevo(a), por lo general, tiene dificultad para volver a abrir su corazón a otro(a) líder. En la medida que dependa de nosotros debemos fomentar la estabilidad en el ministerio, sin llegar a fomentar dependencias enfermizas de un “único” y “exclusivo” líder, pues ninguna persona es “inamovible” o “absolutamente necesaria”.

5. No se pastorea, porque ya se le considera un discípulo “maduro(a)”

A veces pensamos que por el hecho de que una persona da muestras de madurez, le podemos ir quitando paulatinamente la pastoral, como si ya “no necesitara”. Esto es bíblicamente incorrecto. Los apóstoles fueron atendidos con mayor intensidad, precisamente en los últimos días de Jesús. A Timoteo y a Tito, los discípulos con mayor desafío ministerial, Pablo les dedicó cartas completas, buscando atender sus necesidades personales y ministeriales. Sin importar los años que tengamos de cristianos, o la madurez a la que hemos llegado, siempre necesitaremos que alguien esté cerca para ayudarnos a avanzar en el plan de Dios, el cual es perfeccionarnos a la imagen de Cristo. (Efesios 4:13)

6. Se levantan barreras personales

A veces en la relación líder-discípulo(a), se levantan barreras por: Prejuicios, prevenciones, conflictos sin superar de alguna de las dos partes, por proyección (nos vemos reflejados en el otro(a), etc. Más fuerte que cualquier posible barrera que se levante, es el amor de Dios. Pastorear con el corazón de Dios, requiere entregarnos incondicionalmente, renunciando a nuestros “derechos”, como un padre (madre), lo haría por quien considera su verdadero(a) hijo(a). Pablo hubiera querido dar su propia vida por sus discípulos, si esto hubiera sido necesario (1 Tesalonicenses 2:8). Esta clase de amor de parte de un líder, es el que Dios usará para atraernos a Él y restaurarnos integralmente.

7. Presión por los logros ministeriales

La presión por mostrar resultados puede llevar a descuidar a la persona como tal. Esto nos puede volver impacientes con el proceso de madurez de la persona. Es decir, queremos que madure pronto, y muchas veces los lanzamos a retos para los cuales no están listos. Esto hará que muchas veces los (las) discípulos(as) se sientan “usados”(as). Este fenómeno también se ve cuando sólo pastoreamos a los que vemos con “potencial” para el liderazgo. Del Señor Jesús aprendemos, que aunque se dedicó a unos pocos (selección y asociación), atendió a toda persona que a Él acudió buscando una respuesta y cuando los discípulos llegaron de la misión regocijándose por los resultados, Él los llevó a gozarse en lo verdaderamente importante: sus nombres están escritos en los cielos (Lucas 10:17,20)

8. No hay tiempo

Una siervo(a) de Dios disciplinado(a) vive por prioridades y no por urgencias (“apagando fuegos”). Siendo que nuestro llamado es a “ministrar vidas”, necesitamos disciplina y dominio propio para planear y cumplir una agenda, que priorice en el día a día nuestra paciente labor pastoral. Si nuestro llamado es a “hacer (formar) discípulos”, no sólo ganarlos, ¿qué puede ser más importante que pastorearlos hasta que se forme en ellos el carácter de Cristo?

De igual manera, necesitamos, dentro de la agenda del adiestrando (discípulo(a), ubicar la pastoral personal que recibe de su líder y que brinda a sus discípulos, como una prioridad. (1 Pedro 5:2)

9 Hay heridas relacionadas con la paternidad

El auténtico liderazgo según la Palabra de Dios se establece a través de una relación de paternidad espiritual. Pablo llamó a su discípulo Timoteo “verdadero hijo en la común fe” (1 Timoteo 1:2). Usó términos como: “lo engendré en mis prisiones”, hablando de Onésimo (Filemón 10). El trato que brindaba era de ternura y cuidado como de un padre a un hijo: “…fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos” (1 Tesalonicenses 2:7). Cuando la relación pastoral es paternal (varones) o maternal (mujeres), la sola relación se vuelve restauradora y terapéutica, pues se sanan las heridas y se llenan faltantes relacionados con la paternidad o maternidad, la cual es tan trascendental para un ser humano.

Volvernos padres y madres espirituales amorosos, como el apóstol Pablo, requiere que en nosotros(as) mismos(as) se restaure toda herida asociada a la paternidad. Pues nunca podremos llevar a nuestros discípulos(as) a un nivel se sanidad al que nosotros no hemos llegado.



10. Se “rotula” a los discípulos(as)

Otra barrera que se puede levantar en la pastoral es cuando se “rotula” aun discípulo(a) al interior de la célula o del Distrito. Al rotularlo como “carnal”, “irresponsable”, “fresco”, “pasivo” etc..., estamos cerrando la posibilidad de cambio; no los vemos con los ojos de Dios, como personas en proceso continuo y crecimiento integral. Ninguno de nosotros aún es un “producto terminado”, en uno u otro nivel, todos estamos siendo formados.

APLICACIÓN TEOTERÁPICA

Independiente de las diferentes circunstancias que rodeen nuestra labor pastoral, nunca debemos olvidar que en Teoterapia quien enfrenta nuestras necesidades y las de nuestros discípulos no es un ser natural, es uno que opera en el terreno de lo sobrenatural, Jesucristo, el Teoterapista por excelencia. Lo que nos hace ser teoterapistas eficaces, no es comprender conceptos, sino ser un instrumento y guía en las manos del ejecutador de la sanidad: Dios Papá.

Hay algunos aspectos básicos que como teoterapistas debemos cultivar:
*El teoterapista debe amarse a sí mismo
*El teoterapista, necesariamente debe estar guiado por el Espíritu Santo
*El teoterapista debe tener un profundo conocimiento de sí mismo, de los hombres y del ofrecimiento de la Palabra de Dios
*El teoterapista debe estar saturado de teoterapia
*El teoterapista debe experimentar salud
*El teoterapista conoce el camino
*El teoterapista debe llevar al discípulo a convertirse en teoterapista
*Teoterapista que no hace teoterapistas no puede considerarse teoterapista

(Tomado del libro: “La teoterapia del agua viva y el teoterapista”. Dr. Néstor Chamorro Pesantez, editorial Publimundo, Págs. 38-46)